Hace seis meses tomé una decisión que muchos considerarían arriesgada: después de más de dos décadas usando Windows como mi sistema operativo principal, decidí cambiar a MacOS. No fue una transición fácil, pero ahora, con perspectiva, puedo decir que ha valido la pena. En este artículo, compartiré contigo lo que más me ha gustado de este cambio, así como aquellos aspectos que todavía me hacen echar de menos Windows.
Si estás pensando en hacer el salto o simplemente tienes curiosidad por saber cómo es la experiencia de un usuario veterano de Windows en el ecosistema de Apple, sigue leyendo.
Lo que más me ha gustado de MacOS
La integración perfecta entre hardware y software
Lo primero que noté al empezar a usar mi MacBook Pro fue lo bien que funciona todo. No hay retrasos, no hay pantallazos azules, no hay que reiniciar cada dos por tres porque algo ha dejado de funcionar. El hecho de que Apple controle tanto el hardware como el software hace que la experiencia sea increíblemente fluida.
Además, gestos como deslizar tres dedos para cambiar entre aplicaciones o usar el trackpad para hacer zoom se sienten naturales desde el primer momento. En Windows, muchas de estas funciones existen, pero no están tan pulidas ni son tan intuitivas.
La duración de la batería es impresionante
Otro aspecto que me ha sorprendido gratamente es la duración de la batería. Con mi portátil Windows, después de un par de años de uso, apenas aguantaba tres horas sin enchufarlo. Con el MacBook Pro, incluso después de un día entero de trabajo (navegación, edición de documentos y alguna que otra videollamada), todavía me queda un 20-30% de batería.
Esto no solo es gracias al hardware eficiente de Apple, sino también a la optimización de MacOS. El sistema gestiona los recursos de manera inteligente, priorizando las aplicaciones que estás usando y reduciendo el consumo de las que están en segundo plano.
Time Machine: la copia de seguridad más sencilla del mundo
Siempre odié configurar copias de seguridad en Windows. Era un proceso engorroso que requería instalar software de terceros o lidiar con las opciones limitadas del sistema. Con Time Machine, Apple ha simplificado este proceso hasta el extremo: conectas un disco duro externo, activas Time Machine y olvídate.
Lo mejor es que no solo hace copias completas, sino que también guarda versiones anteriores de tus archivos. Así, si borras algo por accidente o necesitas recuperar una versión antigua de un documento, puedes hacerlo en cuestión de segundos.
Lo que echo de menos de Windows
La personalización (o la falta de ella en MacOS)
Siempre me gustó personalizar mi escritorio de Windows: iconos, temas, colores, barras de herramientas… En MacOS, las opciones de personalización son mucho más limitadas. Puedes cambiar el fondo de pantalla y poco más.
Al principio esto me frustró, pero con el tiempo he aprendido a apreciar la elegancia minimalista de MacOS. Aunque sigo echando de menos poder organizar mi espacio de trabajo exactamente como quiero.
Algunas aplicaciones solo están en Windows
Aunque la mayoría de los programas que uso tienen versión para Mac (o alternativas decentes), hay algunos que simplemente no están disponibles. Sobre todo herramientas muy específicas de ciertos sectores profesionales.
Afortunadamente, soluciones como Parallels o Boot Camp permiten ejecutar Windows en un Mac, pero no es lo mismo que tenerlo nativo.
Preguntas frecuentes
¿Vale la pena cambiar de Windows a MacOS si solo lo uso para navegar y office?
Depende. Si tu uso es básico y ya estás acostumbrado a Windows, quizá no notes una gran diferencia. Pero si valoras la duración de la batería, la fluidez del sistema y la integración con otros dispositivos Apple (como el iPhone o el iPad), entonces sí puede ser una buena inversión.