Cambiar de sistema operativo siempre genera cierta aprensión, especialmente cuando estamos cómodos con lo que ya conocemos. Durante años, Windows 10 se había convertido en mi zona de confort digital – conocía cada atajo, cada configuración oculta, cada truco para hacer que el sistema respondiera exactamente como yo quería. Cuando Microsoft anunció Windows 11, mi primera reacción fue de escepticismo. ¿Realmente necesitaba otro rediseño? ¿Otro periodo de adaptación? ¿Más cambios que probablemente no había pedido?
La verdad es que durante meses resistí la actualización. Leía artículos sobre las nuevas características, veía tutoriales en YouTube, pero algo en mí se resistía a dar el salto. Hasta que un día, casi por accidente (y un poco forzado por requisitos de trabajo), terminé con Windows 11 instalado en mi máquina principal. Esa primera hora fue… desconcertante. El menú inicio centrado, las ventanas redondeadas, los iconos que habían cambiado de lugar. Por un momento, consideré seriamente volver atrás.
Pero entonces descubrí tres ajustes específicos que transformaron completamente mi experiencia. No son cambios revolucionarios ni requieren conocimientos técnicos avanzados, pero marcan la diferencia entre sentirse como un extraño en tu propio ordenador y sentir que has mejorado tu espacio de trabajo digital.
## Cambio 1: Recuperar el menú inicio clásico
### Por qué el menú centrado no funcionaba para mí
El menú inicio centrado es probablemente el cambio visual más notable en Windows 11, y también uno de los más polémicos. Microsoft decidió mover el menú inicio desde su tradicional esquina inferior izquierda hacia el centro de la barra de tareas. Estéticamente, tiene sentido – crea una experiencia más equilibrada visualmente, especialmente en pantallas ultrawide o monitores más grandes. Pero funcionalmente, rompía años de memoria muscular.
Durante más de una década, mi mano había ido instintivamente hacia esa esquina inferior izquierda. Sin pensarlo, sin mirar. Era un movimiento automático, casi reflejo. Con el nuevo diseño, cada vez que quería abrir el menú inicio, mi cursor iba directo a la esquina y… nada. Tenía que reorientarme, buscar visualmente el botón, y entonces hacer clic. Parece una queja menor, pero cuando sucede docenas de veces al día, la frustración se acumula.
### La solución más simple: Alinear a la izquierda
Afortunadamente, Microsoft incluyó una opción para devolver el menú inicio a su posición tradicional. El proceso es sencillo: hacer clic derecho en la barra de tareas, seleccionar «Configuración de la barra de tareas», y buscar la opción «Comportamientos de la barra de tareas». Allí encontrarás «Alinear el menú inicio» con dos opciones: Centrado o Izquierda.
Al seleccionar «Izquierda», instantáneamente el menú inicio vuelve a su hogar tradicional. Los iconos de aplicaciones ancladas permanecen a su derecha, y de repente la barra de tareas se siente familiar otra vez. Este pequeño cambio tuvo un impacto desproporcionado en mi comodidad con el sistema. De repente, ya no tenía que pensar para abrir el menú inicio – mi mano y mi cursor sabían exactamente dónde ir.
Lo interesante es que, una vez hecho este cambio, pude apreciar mejor las mejoras reales que Windows 11 ha hecho al menú inicio en sí. Las recomendaciones son más inteligentes, la organización de aplicaciones instaladas es más lógica, y la integración con Microsoft 365 es más fluida. Pero al tenerlo en la posición que mi cerebro esperaba, podía enfocarme en estas mejoras en lugar de luchar contra la desorientación espacial.