#¿Es la IA una nueva burbuja? Hablan los que sobrevivieron al colapso de las puntocom
##La euforia actual de la IA: ¿déjà vu de los años 90?
Cuando miramos el panorama tecnológico actual, con startups de inteligencia artificial que alcanzan valoraciones de miles de millones en cuestión de meses y empresas que incorporan «IA» en sus nombres para disparar su cotización, muchos veteranos de la industria tecnológica no pueden evitar sentir una sensación de familiaridad incómoda. Es la misma euforia desbocada que precedió al colapso de las puntocom en el año 2000, cuando cualquier empresa con un «.com» en su nombre parecía capaz de atraer inversiones millonarias sin necesidad de demostrar un modelo de negocio sostenible.
La velocidad a la que se están moviendo las inversiones en inteligencia artificial es, sin duda, vertiginosa. Solo en 2023, el capital de riesgo destinado a startups de IA superó los 50 mil millones de dólares a nivel global, según datos de Crunchbase. Empresas como OpenAI, Anthropic y otras han alcanzado valoraciones que rivalizan con algunas de las tecnológicas más consolidadas del mundo. Pero lo que realmente preocupa a los que vivieron el colapso de las puntocom no son las cifras en sí mismas, sino la desconexión que empieza a vislumbrarse entre las expectativas y la realidad aplicable de esta tecnología.
##Lecciones del pasado: entrevistas con supervivientes de las puntocom
###Mark Stevens: «La historia se repite, pero con diferentes actores»
Mark Stevens, quien fundó tres startups durante la burbuja de las puntocom y vio desaparecer dos de ellas cuando el mercado se corrigió, mira el actual frenesí por la IA con una mezcla de fascinación y preocupación. «En los años 90, teníamos empresas que básicamente consistían en una página web y una idea vaga sobre monetización, pero que conseguían financiación multimillonaria porque tenían ‘internet’ en su descripción», recuerda Stevens. «Hoy veo exactamente el mismo patrón: empresas que añaden ‘IA’ a su pitch de inversión y automáticamente multiplican su valoración, aunque su tecnología sea básicamente un wrapper alrededor de APIs existentes».
Stevens señala que, al igual que ocurrió con internet, la inteligencia artificial es una tecnología transformadora con un potencial real, pero advierte que «no todas las empresas que dicen hacer IA realmente están construyendo algo diferenciado o sostenible». Según su experiencia, el problema surge cuando la especulación supera a la innovación real, creando un ecosistema donde la forma prima sobre el fondo.
###Laura Chen: «La diferencia está en los fundamentos»
Por su parte, Laura Chen, que trabajaba como analista en una firma de capital riesgo durante el auge y posterior caída de las puntocom, ofrece una perspectiva más matizada. «Hay paralelismos innegables, pero también diferencias cruciales», explica Chen. «En los años 90, muchas empresas no tenían ni siquiera un producto funcional, mientras que hoy las compañías de IA suelen tener tecnologías que realmente funcionan, aunque su viabilidad comercial a largo plazo siga siendo una incógnita».
Chen destaca que, a diferencia de la burbuja de las puntocom, donde gran parte del valor se basaba en proyecciones de crecimiento de usuarios sin modelos claros de monetización, muchas empresas de IA actuales ya generan ingresos significativos. «El desafío es determinar si esos ingresos justifican las valoraciones estratosféricas y si serán sostenibles cuando la novedad inicial se desvanezca y la competencia se intensifique».
##Indicadores preocupantes: señales que recuerdan a 1999
###La carrera por el talento y los salarios inflados
Uno de los paralelismos más evidentes entre la burbuja de las puntocom y el actual boom de la IA se encuentra en el mercado laboral. Los salarios para ingenieros especializados en machine learning e inteligencia artificial han alcanzado niveles que muchos consideran insostenibles. Recién graduados de universidades de élite están recibiendo ofertas que superan los 300.000 dólares anuales, mientras que los investigadores senior pueden negociar paquetes de compensación que se acercan al millón de dólares.

















